Pobre

Yo soy tan sólo un hombre
qué nadie conoce su nombre.
Por no tener dinero
todos dicen que soy pobre.
Pero vale más el cobre
que manipula el fontanero,
que ese que hace que robes
volviendote un ser innoble.
Mientras escribo estas lineas espero
ser siempre fuerte como un roble.
Que nunca jamás nadie me compre,
pues mi alma yo no vendo.

Soy más libre cuanto menos tengo.
Más feliz practicando el desapego.
Me siento menos cruel sin dinero,
pues veo a mis vecinos y pienso…
¡Tanto lujo causa muertos!
Y esa es la «gente de bien».
La que dicta nuestras normas.
La que nos arranca la piel
para hacer nuevas reformas
en sus lujosos chalés.

¡No puedo ser nunca así!
¡Jamás me lo podré permitir!
Mi conciencia, siempre ruín,
me castigaria con tormentos.
Y por grandes que fueran mis lamentos
nunca me permitiría vivir.

No consigo concebir
cómo para ser feliz
se destruyen tantas vidas.
Esclavos de nuestros días
debemos volver a resurgir
cómo el fenix de sus cenizas.
Y empezar por hacer trizas
a quien no nos deja exitir.
Sólo así llegará el día
en que empecemos a vivir.

 

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