Mis poemas son fruto de mi trabajo.
O más que de mi trabajo,
son fruto de mi sufrimiento,
y de algún bonito sentimiento.
Por eso les pongo un precio.
No penséis que soy tan necio.
Pues les tengo mucho aprecio.
Y si un día me los robaran
sería mejor para ellos
que con mi vida acabaran.
Pues si no puedo tenerlos
a ellos, no al dinero,
perdería parte de mi alma.
Pues ellos me dan la calma.
Sin ellos estaría loco
y la vida me sabría a muy poco.

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