Siento el peso de la derrota sobre mis hombros.
Otra vez caído vuelvo a levantar mi esqueleto.
Con sumo esfuerzo, mis blandas articulaciones
chirrían en pro de un nuevo despertar.
Lamento en las mañanas, la falta de tu voz,
más en las noches grito al viento tu nombre
cual lobo aullando a su luna.
Te amé, Te amo, Te amaré.
En vida y en muerte somos infinito,
más mis fuerzas flaquean y mi cabeza traiciona
a los pensamientos de un ayer doloroso.
No importa,
Te amo hasta que ya mi ser se desvanezca.
Para siempre.